Porque, por mucha oscuridad que te rodee, siempre habrá algo que te aporte la luz que necesitas para seguir viviendo. Aunque tarde siglos en aparecer. O aunque lo haga más de una vez.
La Noche es la comunidad mágica que habita el mundo. Se dividen en cuatro tipos de criaturas: inmortales, vampiros, sombras y rajs. ~Los inmortales~ Dentro de los inmortales hay a su vez dos clases: brujas y magos, e inmortales sin capacidad para utilizar sus poderes. • Los primeros, como Sophie, Brian, Carter y los demás, tienen una serie de particularidades especiales: Color. Tienen un color característico, cada uno distinto; el color de sus pupilas, y de la flor que tenían con ellos cuando despertaron. Edad. La mayoría de magos se comprenden entre los dieciséis y los veintisiete años, aunque siempre hay excepciones, como el Maestro. Espiral. Cuando utilizan un hechizo de su tipo sin su varita, sobre la piel de las palmas de sus manos aparecen unos tatuajes en forma de espiral, de su color, que se borran entre siete y diez horas después. Cuan-do esto ocurre por primera vez, queda una marca que se confunde con las líneas de la mano. • Los segundos tienen unas características menos visibles, pero igualmente reconocidas. Voz. Todos poseen el mismo tono de voz, carente de emoción alguna, y con un permanente timbre grave. Expresión. La expresión tampoco les varía, cosa que les confiere un aspecto amenazador. Ropa. Llevan siempre túnicas de corte griego, de su color característico. Si no tienen, las túnicas son blancas.
SPOILER SOBRE LOS INMORTALES (CAPÍTULO PUBLICADO):
FRAGMENTO:
—No, no es eso. A ver, ¿cómo te lo explico? –Dudé–. Yo soy inmortal. Una inmortal con delirios de grandeza, sí, pero una inmortal al fin y al cabo. Tú no lo eres. Tú eres un simple mortal bajo mi poder. –Conseguí arrancarle una carcajada limpia con ese comentario–. Por tanto, yo soy una criatura de la noche y tú no. Yo soy una criatura de la noche porque no debería existir. Tú no lo eres porque sí puedes existir. Es todo cuestión de equilibrio. En el grupo de criaturas de la noche entra todo lo que no debería existir: inmortales, vampiros, sombras y rajs.
—¿Rajs? –repitió Ty.
—Son criaturas que adoptan las formas de tus peores pesadillas. Puede ser un objeto, una persona, un animal, un lugar… Cualquier cosa que te provoque un pánico irracional. Si hay más de una cosa, puede variar depende de lo que a él le apetezca. Eso es lo que suele ocurrir. Mucha gente es incapaz de enfrentarse a un raj.
—¡Como en Harry Potter! Eso pasa con los…
—Boggarts –completé yo, ruborizándome–. Sí, pero no es lo mismo. No puedes derrotarlos con un hechizo. Tiene más que ver con la fuerza de voluntad y el pánico.
—¿Utilizas palabras mágicas?
—Normalmente sí. Suele haber unas fijas, pero a veces puedes inventártelas por el camino, depende de la necesidad. Si no existe, te las inventas. Pero necesitas muy buen control de la situación, y un rango determinado.
—¿Y tú le tienes?
—Sí.
—Claro, cómo no. –Se rió, y me reí con él.
~Los vampiros~ Son seres de aspecto humano, pero infinitamente más bellos, fuertes, esbeltos y, en definitiva, perfectos. Están muertos, pero sus capacidades motoras siguen ahí, sus-tentadas por magia, un conjuro imposible de retirar que corre por sus venas como sangre. Se alimentan de sangre, matando a sus presas. En ocasiones especiales, la presa sobrevive, y se convierte en su livotaem. Un livotaem viaja por el mundo junto a su dueño, el vampiro, ofreciéndole su sangre cada vez que esté se-diento. Solo los vampiros más antiguos pueden convivir con un livotaem sin matarlo, pues son los que más control tienen sobre sí mismos. SPOILER SOBRE LOS VAMPIROS (CAPÍTULO AÚN SIN PUBLICAR):
FRAGMENTO:
Y entonces Lewis sonrió. Fue una sonrisa felina, salvaje, agresiva. Fue una sonrisa que vaticinaba problemas; una sonrisa que adivinaba mi futuro.
Se acercó a mí, y yo junté mis manos, la una sobre la otra, delante de mí, protegiéndome.
–Artomocl Orecreh Oiramac –susurré.
Pero no ocurrió nada. Y todas mis esperanzas, incluso la más recóndita, se desvanecieron.
–Aquí la magia no va a servirte de nada. Déjame intentarlo, Soph. Déjame demostrarte que no solo hay dos bandos, que no soy de los malos. Que el riesgo es divertido, y emocionante.
Me miró a los ojos, y me convenció, con su voz susurrante y sugestiva. Cerré los ojos y, lentamente, asentí. Él sonrió aún más, y llegó hasta mí. Me dio un suave beso en la mejilla, y luego otro más en el cuello, justo sobre la yugular. Entonces abrió los labios y me rozó la piel con los dientes. Me estremecí, y él me agarró de la cintura mientras yo me sujetaba con fuerza a sus antebrazos.
–Relájate. Tranquila.
Su aliento me acariciaba la piel en tensión, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Apoyé la frente en la suave tela que cubría su hombro, dejándole el acceso libre a mi cuello de nuevo. Él descubrió los dientes, apartando los labios otra vez, la definitiva, y desgarró la piel con los colmillos, dejando que cayese mi sangre, que comenzó a gotear por mi suave vestido blanco, ya rajado y sucio.
Y succionó, sellando mi destino.
~Las sombras~ Su forma es semejante a la de los humanos, pero algo difuminada. Su mirada es lo único que los distingue de la oscuridad en la que se mueven. Es negra como el azabache, pero baila misteriosamente. Algunas sombras, las más fuertes, pueden cambiar eso, despistando a su oponente y pareciendo un ser humano normal a los ojos de todos. Lo otro que les distingue es su capacidad para ser tanto corpóreas como incorpóreas.
SPOILER SOBRE LAS SOMBRAS (CAPÍTULO PUBLICADO):
FRAGMENTO:
La criatura me resultó extrañamente familiar. No recordé nada de lo que me habían enseñado en ese instante. Me quedé paralizada al ver que, en lugar de los acostumbrados ojos negros que relucían en las cuencas de las criaturas nocturnas, dos brillantes ojos esmeralda me miraban desde aquel rostro difuso. Y la criatura aprovechó mi idiotez para asestarme un golpe que me dejó tirada en el suelo. Gemí mientras me levantaba. Y entonces eché a correr. La criatura se quedó un poco atrás puesto que no esperaba una maga tan cobarde, pero no tardó en comenzar a seguirme. En aquel momento, supe con seguridad que me alcanzaría. Y en aquel momento también, hallé la manera de impedirlo. Al alzar la mirada, descubrí luz en el tercer piso del edificio que me rodeaba y escalé hasta llegar allí. Entré por la ventana y caí al suelo frente a una cama ocupada por un adolescente rubio que mantenía los ojos cerrados y los cascos puestos. Sin preocuparme lo más mínimo por el chaval, sabiéndome en terreno conocido, me asomé de nuevo a la ventana y vi cómo la nocturna daba la vuelta sobre sí misma y luego abandonaba el callejón confundida.
~Los rajs~ Son las criaturas más simples de todas. Sin transformarse, son únicamente un charco de una sustancia oscura y viscosa. Cuando se transforman, adoptan la forma del miedo más oculto de su oponente. Solamente se les puede derrotar venciendo ese miedo, enfrentándote a él, o asumiéndolo. Si no se hace, el raj atrapa a su víctima, la mata y utiliza su alma para hacerse aún más fuerte. Raj significa come-almas, en ídrico, el idioma de las sombras. SPOILER SOBRE LOS RAJS (CAPÍTULO AÚN SIN PUBLICAR):
FRAGMENTO:
Pero no contábamos con el raj. Se acercó reptando hasta Ty y se convirtió instantáneamente en el frío cadáver de una chica, con los ojos cerrados y el cabello rubio recogido en una desecha trenza. Vestía un vestido blanco rasgado, sucio y lleno de sangre a la altura del hombro.
Era bella, muy bella. Sus rasgos se parecían a los míos, pero infinitamente más guapa.
–¡Soph! –gritó Ty, y se abalanzó hacia el cadáver, que no se movió. Sus brazos, cuando trató de abrazarla, la atravesaron por un segundo antes de que pudiese levantarla–. ¡NO!
Comenzó a llorar, abrazando lo que él creía que era mi cuerpo.
–¡Ty, no es cierto! ¡Ty, estoy aquí! ¡Aléjate de eso!
Me agaché a su lado y le hice mirarme a los ojos. Él parecía no verme. Así que lo acerqué a mí, le borré los rastros de lágrimas y le besé en los labios, con desesperación. Sus lágrimas sabían saladas. Primero no se movió; pero luego soltó el cadáver, que desapareció, y correspondió a mi beso, rodeándome con sus brazos.
Nunca me había sentido tan bien besando a quien creía que era mi amigo. Era obvio que yo ya lo sentía como algo más.
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